El caos interno.

Estos últimos días he estado con la moral por las nubes. Por fin nos dijeron la nota de la optativa y, como esperaba, aprobé; pero aprobé con un buen 8.5. Además, me siento con fuerza como para aprobarlo todo en la convocatoria ordinaria, subirme la nota media y alegrarme el expediente, que falta le hace... aunque se diga por ahí que 2º es el peor año de la carrera, que Motos y Manglano te esperan en Enero para follarte vivo, y tal y cual.
En resumen, que -a ratos- me he sentido Dios.
Pero justo el mismo día que observo mi agradable 8.5, recuerdo que, a parte del correo de la upv, yo antes solía estar al tanto del "hotmail". Y tras entrar y empezar a seleccionar e-mail a e-mail para ir eliminando todo a una, encuentro uno cuyo remitente es el mayor de los fantasmas* de mi pasado.
En el interior del mismo, nada tan simple como un "tescribia per a dirte que Bon Nadal! i.. ja esta.". Este episodio se repitió hace como 6 meses, obviamente con otras palabras, y aquella vez opté por la ley del silencio. Había dicho la mayor de las parrafadas más estúpidas, pero toda entera con la mejor de las intenciones, con buena voluntad; sólo pedí el privilegio de la última palabra... para verse truncado en menos de 2 meses a causa de una estupidez -en mayúsculas- de correo.
Esta vez, mi yo interno se divide en varias partes:
Por un lado, el 60% está a favor de enviarla a la santa mierda. Ya jugó bastante con los títeres, que madure de una put* vez.
Por otro lado, el 30% se aferra de nuevo al silencio. Dejemos pasar esto, como si nunca nos hubiésemos conocido.
Finalmente, el restante 10% opta por contestar, educadamente, con la esperanza de que "el conejo azul" vuelva a volar con "la estrella del país de las estrellas"; y antes de pensar en cursiladas: esto es de El libro de los abrazos.
Sinceramente... no sé qué coñ× hacer...


*Para este caso, la palabra "fantasma" carece por completo de mala intención, a diferencia de las otras veces en que fue empleada en este blog...; simplemente es usada para hacer referencia a uno de los protagonistas -no antagonista- de mi pasado inmediato.